jueves, 18 de octubre de 2012

Día 25. Nueve millones de personas nos dan la bienvenida

Nuestra historia con Ciudad de México no es la de un amor a primera vista. Venimos de ciudades pequeñas, pueblos rurales llenos de color, calles peatonales y rincones curiosísimos. Y, de repente, nos vemos rodeados de tubos de escape, gente, gente, gente y más gente. Nos abruma, así que las cuatro primeras horas las pasamos en el hostal: comemos y nos preparamos para salir. Esto es lo que vemos desde la azotea del albergue:




Reconocemos que hemos estado muy poco tiempo como para poder formarnos una opinión de la ciudad, pero sí que podemos decir que, a pesar de la sensación de agobio en algunos momentos, lo que hemos visto nos ha gustado: Chapultepec, Teotihuacán, el centro histórico ¡y el zoo!

Gran verdad

Estuve por meterla en la mochila pero no cabía... 

La sabiduría de la gente mayor nunca falla

Ardillas mexicana asesinas
Pero lo mejor, con diferencia, ha sido la gente. Te hacen sentir como en casa desde el minuto uno. Uno de los chicos a los que conocimos nos comentó que México siempre ha tenido el mismo problema, tratar al extranjero mejor que al local. Aunque ha pasado mucho tiempo desde la época de las conquistas y las cosas han cambiado una barbaridad, la disposición y la amabilidad del mexicano siguen intactas. Y eso siempre se agradece, e imagino que cuando llevas meses y meses fuera de casa, aún más.

Por otra parte, para nada hemos tenido la sensación de estar en un lugar peligroso, en el que no se pueda agarrar el metro o andar por la calle a ciertas horas de la noche. México nos ha parecido igual de segura que cualquier otra inmensa ciudad del mundo. Evidentemente, a las cuatro de la mañana es mejor agarrar un taxi que el metro y evitar ciertos barrios. 

Nos sorprende lo puesta que está la gente en el tema Cataluña-España, en Rajoy y en si el Barça dejaría de jugar la liga española si Cataluña se independizara. Nos preguntan por nuestras tendencias, nos comentan cómo lo ven ellos y, al final, todos llegamos a la misma conclusión: lo mal que está el país y el buen momento de esta aventura. Tampoco entramos en más detalles. 

La mañana que vamos a Chapultepec y al zoo decidimos que a mediodía haremos un encuentro  culinario internacional, así que vamos al mercado. El mexicano prepara guacamole; el italiano, bolognesa; el australiano, salchichas con salsa de tomate, y nosotros gazpacho. Pasamos uno de los mejores momentos de nuestra estancia en la ciudad. Tampoco está mal la excursión que hacemos a Teotihuacán, los templos son espectaculares y el grupo, muy chido (cool en el buen sentido).


De izquierda a derecha: Fran, Giulio, Skipy y el australiano melenudo
Hipooooooo
Éste es el caso que hace Fran a la guía de Teotihuacán cuando habla en inglés :)

Los templos (porque no tienen punta) nos impresionan:








No nos da tiempo de más. Y nos vamos con la sensación de que a esta ciudad le debemos otra visita, más días. Ya veremos en unos años. 

Escribimos desde el aeropuerto, a punto de tomar el avión a San José, sin guía, ni hotel, ni coche de alquiler, ni voluntariado. Nos damos cuenta de que estamos empezando a adoptar el ritmo latino. Todo el mundo viste de invierno menos Fran y yo, que vamos muy playeros (¿hará frío en Costa Rica?).

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