De Dominical poco vamos a decir. Hemos estado de paso, para no hacer Cahuita-Manuel Antonio del tirón, y si lo sé, ni nos paramos. No porque no sea un lugar bonito, que lo es, pero nos equivocamos al cien por cien con el hostal.
Vamos a uno que sale en la guía y en principio no tiene mala pinta. Nos enseñan la habitación y nos la dejan por siete dólares cada uno. Guai. Pero cuando nos vamos a dormir, nos damos cuenta de que la cama es mejor ni tocarla. Ya no hablamos de la humedad, porque aquí es algo normal que toques las sábanas y parezca que están medio mojadas; hablamos de manchas y bichillos. La solución: ponemos el pareo y encima los sacos, y por si fuera poco, yo me acuesto con ropa de calle. Ahora bien, lo mejor de todo aún está por llegar, y juro que no se me olvidará en la vida. Nos acostamos y cuando llevamos una media hora durmiendo… ¡se nos cae medio techo encima! Por suerte, sólo son cañas de bambú, pero unas cañas que no han limpiado desde la construcción del edifico, que si no me equivoco fue allá por los años cuarenta.
Sí, lo que se ve en la pared es cinta americana sujetando una grieta... |
Restos del derrumbamiento |
Manuel Antonio ya fue diferente, pues nos alojamos en un hostal que nos recomendó una chica estadounidense que conocimos en Arenal. Lo mejor del lugar, la gente que nos hemos encontrado y las vistas. Ya tenemos con quien comernos un buen asado en Argentina cuando vayamos para allá. El parque nacional… bueno, no está mal. Las playas son chulas, pero aunque no está de más hacerle una visita y pasar la mañana por sus senderos, no tiene nada que ver con cerro Chato, Cahuita o Arenal, por ejemplo.
Estamos emocionados porque al final hemos decidido ir a Corcovado. Ya tuvimos que renunciar a Nicoya y a Tortuguero, así que por bahía Drake y Corcovado sí que pasaremos. ¡A ver qué tal!, pero creo que la cosa promete…
A unos amigos míos en Costa Rica, se les cayó una cucaracha gigante en la boca mientras estaban en el hostal!
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