Este oasis en pleno desierto es uno de los lugares que más nos ha sorprendido de Perú y llegamos a él por casualidad. En el avión de Ciudad de Panamá a Lima hojeamos una revista, leímos un reportaje acerca de Huacachina y decidimos que teníamos que ir. Así que después de pasar un par de días en Lima, nos subimos al autobús que nos dejó en Ica, a cinco minutos del desierto.
El poco tiempo que estuvimos aquí no dejamos de alucinar: estábamos en un oasis real, un pueblo diminuto con una laguna en medio del desierto, rodeados de dunas y en un hotel con piscina. Uno no se acostumbra a estar entre gigantes de arena…
El mismo día que llegamos hicimos buggy y sandboarding. Nos dieron unas tablas de madera para lanzarnos por las dunas. Los menos atrevidos lo hicimos panza abajo y los más experimentados hicieron como si estuvieran en la nieve.
Bajar fue muy divertido, subir las dunas a pie y con todo el solano, no tanto. Uno llegaba arriba casi ahogado y, por si esto fuera poco, rebozado de arena cual croqueta. No mentimos si os decimos que nos estuvimos sacando arenilla de las orejas durante los siguientes tres días.
Fue una experiencia muy chula y ver el atardecer entre dunas es algo casi inexplicable. Pero lo que realmente nos hizo soltar adrenalina fue el buggy.
No teníamos ni idea de qué iba la historia; de hecho, yo pensé que simplemente se trataba del transporte que nos iba a dejar en la cima de las montañas arenosas. Pero andaba muy equivocada. El coche derrapaba y deslizaba por las dunas, pegaba brincos que hacían que nos eleváramos del asiento y casi tocáramos con la cabeza en el techo. Ver cómo el coche que teníamos delante desaparecía como si se tirara por un acantilado nos ponía los pelos de punta porque sabíamos que detrás íbamos nosotros. La verdad es que la sensación es indescriptible. Igual que la magia del lugar.
Sin duda, éste es uno de los momentos que seguro que tardaremos tiempo en olvidar y que nos gustaría repetir muy pronto.
No había podido leer el blog en las últimas semanas y hoy me he estado poniendo al día. Nota mental para Ana: no volver a leer las andanzas de Fran y Débora un día en el que te apetezca poco trabajar, sólo conseguirás empeorarlo.
ResponderEliminarBesotes, pareja!
Ana