Playa del Carmen no nos podría haber acogido mejor. Eli y Tama nos hacen sentir como en casa y para nosotros, ahora que estamos empezando la aventura, es muy importante. Tengo que darles la razón, y eso que sólo llevamos aquí dos días, pero este municipio tiene algo que engancha, será el ritmo pausado, la gente, la música, que sale de todas partes y te invade de buen rollete, las hamacas acolchadas de la playa o todo junto… Pero aquí se está mejor que en brazos.
Nos hemos bañado en el mar Caribe y aunque estaba un poco removido por las cuatro gotas que cayeron anoche, los tonos turquesa, la arena blanca y las palmeras te atrapan.
Hoy no hemos hecho nada más. Día de relax y adaptación. El jet-lag ha hecho un poco de daño y nos estamos recuperando. Cuando viajamos a Nueva Zelanda, pasamos tantas horas en el avión que creo que el cuerpo se nos autorreguló. Pero aquí, de momento sólo nos pide horas de sueño y comida. Y aunque nos encantaría dejarnos llevar y hacerle caso, tenemos que resistir, aunque sea con palillos en los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario